La obra tiene la fuerza de ser un testimonio real que presenta las expresiones personales y misioneras de su autor. En efecto, nuestro Santo se dedica a la predicación de pueblo en pueblo y recorre alrededor de 200 parroquias con la finalidad de “renovar el espíritu Cristiano entre los Cristianos” y de “hacer amar a Cristo y su Santísima Madre”. Pobre entre los pobres, se dirige sobre todo a los desamparados de su tiempo y adopta su pensamiento al sentir del pueblo, teniendo como fin orientar todo a la conversión y adhesión al Evangelio.

El libro posee todo: estilo, fervor, convicción intensa, solidez, elocuencia arrebatadora, autoridad e inspiración. Leyéndolo y releyéndolo nos obliga a concluir que su actualidad no envejece, su grandeza no disminuye, y el fresco perfume y el fuego sensible de su misión no se altera ni termina. Es una verdadera devoción, pues está en función del papel que María tuvo en la historia de la salvación: comunicar a todos que Jesucristo nuestro salvador, verdadero Dios y verdadero hombre, debe ser el fin último de toda nuestra vida.